Un árbol sin raíces

Un árbol sin raíces

Muchas veces es inevitable olvidar lo que verdaderamente importa. Lo sé de primera mano, de repente un familiar mío ya no estaba, de un día para otro, sin poder hacer nada, sin poder despedirme…

Tristemente fue entonces cuando de verdad me di cuenta de lo importante que fue para mí. Ha pasado más de un año y aún me emociono cuando me acuerdo de él. Alguien de quien tengo tan bonitos recuerdos y de quien creo que cultivé tantas aficiones posteriormente.

Me consolé de aquella pérdida componiendo poemas, escuchando música, yendo al mar… Todo aquello que me enseñó: la poesía, la música, el mar… Desde luego no habría sido el mismo, no lo habría llevado de la misma manera. Además venía de un año ya muy duro: rupturas, estrés, acoso, ansiedad, aislamiento y muchas peleas mentales más; quizás estuve al borde de una depresión. Pero esta pérdida fue el colofón de todos estos males.

De repente… se fue la alegría, para siempre… De repente la casa se quedó en silencio… Ya nadie canturreaba de aquí para allá…

Mis raíces, ya sea en la poesía, en la música, en el amor por el mar y en las enseñanzas que me dio, crecieron gracias a mi abuelo. Y me ha permitido seguir en pie ante los duros temporales. ¿Qué habría sido de mí sin esas raíces? Habría caído con la más mínima brisa.

Sé que el símil del árbol es antiguo, pero es perfecto para mostrar la importancia de aquello que no vemos, pero sin embargo están ahí. Si pensamos que todo el conocimiento de la humanidad es un árbol, sus raíces están escritas en latín y en griego.

Han pasado muchos años y muchas de esas raíces se han perdido como tantos manuscritos se han perdido. No pasa nada, porque el árbol aún puede soportar los temporales que vengan y no hay peligro de que el árbol acabe cayendo. Nosotros somos los jardineros de este árbol, y no hablo sólo de los filólogos, no. Hablo de nosotros como seres humanos.

El problema es cuando no somos el jardinero sino el leñador y queremos cortar esas raíces. Porque las raíces no aguantan sólo al árbol ante el viento y el temporal, sino también la tierra de la montaña que se nos echa encima. Entonces los romanos dirían sit tibi terra levis.

Entonces… ¿por qué cortar las raíces de nuestra civilización? Como se dice el saber es poder, es el poder de nuestra civilización. Actualmente estamos disfrutando de los frutos de años y años de conocimiento ¿De qué sirve ahora buscar los frutos de un árbol que no puede nutrirse de la tierra?


Texto e imagen: José A. Moreno

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